martes, 24 de mayo de 2016

Un diálogo abierto con Carlos Nogueira

Construcción y memoria

¿Sabemos dónde vivimos…? Los seres humanos hemos buscado siempre, incluso a lo largo del proceso evolutivo y en la etapa de formación de la especie, lugares o ámbitos de protección. No permanentes, durante los milenios plenamente nómadas de la humanidad en los que los grupos étnicos se estructuraban como bandas de cazadores/recolectores. Pretendidamente estables, en cambio, cuando se producen los asentamientos urbanos que tienen como base la producción agrícola y la domesticación de los animales. Hasta hoy. Hasta las complejísimas agrupaciones urbanas de nuestro tiempo y la formación de una telépolis que nos lleva a derivas virtuales en una ciudad digital cada vez más global. A ese espacio protegido, roturado, lo llamamos, en términos generales, casa.

Carlos Nogueira.

Para los seres humanos, vivir implica roturar  o construir un espacio donde habitar, donde proteger los sueños de permanencia y estabilidad. Es ahí: en ese núcleo central de la existencia humana, donde se sitúa la tensión artística ejemplar de Carlos Nogueira. Él mismo nos lo indica: “Mi obra se centra en cuestiones de tectónica y poética”. Tectónica: construcción. Poética: interrogación plástica.
Las obras de Carlos Nogueira, en su diversidad de soportes y despliegues, nos llevan a una consideración sobre el lugar que los seres humanos construimos en la tierra que habitamos, para así poder vivir. Y con ello, la construcción plástica se entrelaza con la memoria. ¿Dónde situamos esos espacios para la vida…? ¿Qué hay en ellos de naturaleza y de cultura…? ¿De dónde vienen los espacios en los que vivimos…?

Casa comprida com árvores dentro (2012).

En este punto es importante recordar que el espacio es una abstracción. Para una primera mirada, el espacio es transparente, invisible: vemos las cosas, las personas, los objetos, pero no el espacio. Percibir el espacio supone todo un proceso de abstracción. Así surge la geometría, a partir de una visión abstracta de la naturaleza y sus formas. En este punto, como en tantos otros de nuestra tradición cultural, la concepción del espacio es un producto de la mente griega.
Es un concepto que aparece en el proceso de constitución de la filosofía-ciencia en Grecia, y por vez primera probablemente en Pitágoras (570-497 a. C.), lo que en sí mismo es algo relevante, dado el papel central del número y las matemáticas en el pensamiento pitagórico. Posteriormente ocupa la atención de Zenón de Elea (nac. hacia 490/485 a. C.), en sus conocidas paradojas lógicas sobre el movimiento. Y recibe ya una formulación categorial precisa en uno de los últimos, y con el tiempo más influyentes, diálogos de Platón: el Timeo, cuya fecha probable de redacción se sitúa en torno a la segunda mitad del siglo IV a. C.
¿Cómo se produce la génesis del mundo? Es en ese contexto cosmológico, donde Platón establece un uso categorial preciso del término espacio [jóra], al afirmar que "hay ser, espacio  y devenir, tres realidades diferenciadas, y esto antes de que naciera el mundo" (Timeo, 52 d). El ser corresponde, en Platón, a las Formas ejemplares o Ideas, a las que caracteriza como "la especie inmutable, no generada e indestructible", y también como "invisible y, más precisamente, no perceptible por medio de los sentidos". Por el contrario, el devenir es "perceptible por los sentidos: generado, siempre cambiante" (Timeo, 52 a).
Entre ambos polos extremos: el de las Ideas-Formas, que están propiamente "más allá" del mundo, y el del devenir, que viene a coincidir con el mundo sensible, hay además, dice Platón, "un tercer género eterno, el del espacio, que no admite destrucción, que proporciona una sede a todo lo que posee un origen, captable por un razonamiento bastardo sin la ayuda de la percepción sensible, creíble con dificultad, y, al mirarlo, soñamos y decimos que necesariamente todo ser está en un lugar y ocupa un cierto espacio, y que lo que no está en algún lugar en la tierra o en el cielo no existe." (Timeo, 52 b).
La concepción platónica del espacio no sólo hace de éste una especie de "mediación" entre la fijeza esencial del ser y el devenir cambiante de lo sensible, sino que con su carácter eterno e indestructible "proporciona una sede a todo lo que posee un origen": es decir, actúa como receptáculo o contenedor, donde todas las cosas o seres se sitúan, tienen su lugar. Sólo puede captarse, según Platón, "por un razonamiento bastardo", y en ello se diferencia de las Formas a las que se llega únicamente a través del "razonamiento verdadero", del uso estricto de la razón. Pero "sin la ayuda de la percepción sensible", lo que implica también su diferencia con el devenir, captable por los sentidos y no por la razón. Así, en último término, en una situación intermedia entre la razón y los sentidos y, a la vez, fuera de ambos planos, el espacio es una idea tan abstracta que, como admite el propio Platón, resulta "creíble con dificultad".

Casa comprida com árvores dentro (2012).

Y, sin embargo, lo que los seres humanos roturan o delimitan para vivir es una construcción en el espacio. Cuando vi por vez primera en el Parque de Esculturas de Santo Tirso la admirable construcción escultórica Casa comprida com árvores dentro (2012), de Carlos Nogueira, inmediatamente me sentí transportado a esa dificultad para creer en la existencia del espacio de la que ya hablaba Platón. En sí misma, la obra es la expresión de una paradoja: es, a la vez, simultáneamente, cultura y naturaleza. Dependiendo de dónde te sitúes ves dos árboles dentro de la construcción, o uno dentro y otro fuera.
La construcción plástica: un prisma de hormigón que se eleva sobre cuatro pilares, nos permite estar a un tiempo fuera y dentro, en la naturaleza y en la cultura, como nómadas o como seres urbanos. Carlos Nogueira indica en las notas de su proyecto que la construcción es un hormigón blanco, cuyo encofrado se realiza en fases distintas para así poder percibir “las lonchas” [fatias], las fases, en las que fue realizada. Literalmente: construcción y memoria.

Casa comprida com luz (2016).

Esta cuestión es central en el conjunto de la trayectoria artística de Carlos Nogueira. Por ejemplo, en Paisagem, una obra de 1983, un plano rectangular y oscilante de tinta acrílica negra se superpone sobre una superficie blanca. Y por encima se inscriben, literalmente, las frases “branco sobre branco” y ficar quieto então como é diz lá. Quedarse quieto ante la superposición. En el deslizamiento del negro sobre el blanco. O de mi propio cuerpo sobre el espacio. Porque todo en la vida, y eso nos desvela el arte, es superposición y contraste: blanco sobre blanco, fuera/dentro, naturaleza/construcción humana.

Casa comprida com luz (2016).


Lo decisivo en la construcción es mantener las huellas de la memoria, el registro de sus fases. Para que así la obra nos lleve a la comprensión de que no hay espacios homogéneos ni excluyentes: todo es mezcla y síntesis. Y concluyo con palabras del propio Carlos Nogueira, como en el caso anterior tomadas de su catálogo o lugar das coisas (2013): “CONSTRUIR UN LUGAR UNA PARTE DENTRO LA OTRA DEL OTRO LADO”. 

PUBLICADO EN: Carlos Nogueira catálogo; Museo Internacional de Escultura Contemporánea, Santo Tirso, 2016.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario