domingo, 21 de diciembre de 2014

Exposición de Pablo Genovés en Madrid

Instantáneas del fin de los tiempos

Con una interesantísima trayectoria previa en el terreno de la fotografía, Pablo Genovés (Madrid, 1959) muestra ahora en Madrid su trabajo de los últimos años, que según su costumbre se agrupa en series, en este caso con los nombres Precipitados, Cronología del ruido y Antropoceno. Se trata de 38 impresiones fotográficas de gran formato, datadas entre 2009 y 2014, casi todas ellas en blanco y negro, salvo en dos casos en los que se utilizan otros colores, y un vídeo de 8’ 10’’ de duración, que lleva por título Otro día, otro lugar (2014), su primera obra en este soporte, producida especialmente para esta exposición.
La muestra es excelente. La gran calidad de las obras se refuerza con un magnífico montaje, con una iluminación tenue que favorece que las imágenes parezcan flotar en la visión y en la mente de quien mira, y favorecida también por los espacios del antiguo depósito de agua donde se presenta, que nos lleva por sí mismo a la memoria de las construcciones industriales que dejaron de cumplir las funciones para las que fueron diseñadas. Un aspecto, este último, que dialoga con la temática de las propias piezas.

Lancret (2014). 100 x 103 cm.

Las impresiones fotográficas de Genovés son imágenes construidas a partir de fotografías ya hechas, encontradas, sobre las que se interviene con un procedimiento de collage. Son superposiciones digitales de imágenes diversas, lo que implica un “lenguaje” fotográfico plenamente actual, que sin embargo retrocede en el tiempo, pues parece que la mayor parte del material originario procede de álbumes, postales, fotograbados y antiguos catálogos fechados entre finales del siglo XIX y la primera mitad del XX. Parece, también, que dicho material ha sido encontrado en Berlín, un auténtico “paraíso” de las antigüedades, y ciudad en la que, además de en Madrid, vive actualmente Genovés.
Las imágenes que resultan de ese proceso de apropiación y mezcla parecen, precisamente, flotar en el tiempo. Son imágenes que brotan del ensueño, de la evocación y de la memoria, envueltas en las olas de aguas turbulentas, en aguas en las que se desliza el hielo fragmentado, en nubes y nebulosas, en polvo, o en llamas, lo que permite su vuelo en el curso del tiempo: hacia atrás y hacia delante.

Barroco y exterior (2011). 145 x 160 cm.

Con ellas se fija una especie de inventario de una civilización en la que en ningún caso aparecen seres humanos, ni cualquier otro tipo de formas o signos de vida. Las imágenes flotantes son restos, residuos, de los espacios humanos del saber y del conocimiento: las bibliotecas y los libros, los museos y las obras de arte, los teatros… Así como de la religión: iglesias y catedrales; del poder: palacios; o de la producción industrial: mecanismos y máquinas arruinados y fuera de uso. Residuos todos ellos que se mantienen aún firmes, en la imagen, entre la soledad, la desolación y el abandono.
El título de la muestra: El ruido y la furia, la traducción habitual en español del título de la cuarta novela de William Faulkner, The Sound and the Fury (1929), el relato implacable de una tragedia familiar en la que no hay ninguna salida ni redención posible, nos da una clave de la intención estética de Pablo Genovés. Sus imágenes nos hablan no ya de la ruina familiar, sino de la destrucción (¿autodestrucción…?) de toda una civilización. A través de flujos de memoria, la voz femenina que habla en el vídeo, en síntesis con las imágenes que van apareciendo, relata un viaje a la catástrofe inevitable, ¿antes o después de que se haya producido…? ¿En el pasado o en el futuro…? Y es que la voz nos dice que la otra persona a la que habla habría definido el tiempo “como una placa de metal, / alargada y dúctil. / Una placa que puede plegarse / y generar un reflejo sobre sí misma”. Y si se habita en ella, en esa placa, “varios momentos históricos podrían tener lugar al mismo tiempo.”

Cosmology (2013). 160 x 160 cm.

A través de esa síntesis y mezcla, que de verdad impresiona: imágenes superpuestas, palabras encadenadas, Genovés construye una especie de apocalipsis, de revelación. Y con ella se articula un tipo nuevo de vanitas, una representación de la fugacidad inevitable de todas las cosas, no ya en el ámbito del barroco histórico, con su trasfondo religioso, sino en un plano que nos remite a lo que hoy vivimos, el declive inevitable de un mundo que se desliza, con ruido y furia: la avaricia del dinero, el hipnotismo del hiperconsumismo como consuelo, hacia la ruina y la extinción. De ahí surge, en último término, el contraste: en esas imágenes en negativo sólo siguen en pie los documentos de cultura, como registros de la búsqueda y necesidad de elevación de los seres humanos.


* Pablo Genovés: El ruido y la furia; comisaria: Alicia Murría; Sala Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid, Madrid, del 17 de diciembre de 2014 al 22 de marzo de 2015.


martes, 16 de diciembre de 2014

La democracia insuficiente - 8

Los medios de comunicación están 
MAL HECHOS

¿Por qué? Es evidente: la apertura y la mayor parte de sus contenidos, debería estar dedicada a destacar, analizar y profundizar en EDUCACIÓN y CULTURA: aquello que realmente hace LIBRES a los seres humanos. Y dejar en último lugar la información sobre la gestión política: fuente de todas las decepciones. Y después, reduciendo los espacios y con un tratamiento educativo y nunca "espectacular", eso que llaman DEPORTES, el nuevo "opio del pueblo". Eliminando, por favor: ¡PARA SIEMPRE!, lo que llaman "glamour" "estilo", "famosos", y similares... 
EDUCACIÓN Y CULTURA al servicio de los ciudadanos. 

domingo, 7 de diciembre de 2014

Reapertura del Musée Picasso

Picasso vuelve a París

En realidad, nunca se fue. Aunque los cinco años cerrado al público del museo que lleva su nombre han supuesto un no pequeño paréntesis en su visibilidad. Con unas 5.000 obras, 200.000 piezas de archivo y 11.000 libros que pertenecieron al artista, el Museo Picasso de París atesora la más importante colección pública en el mundo centrada en la figura y la trayectoria creativa del malagueño. De modo que la reapertura del Museo el pasado 25 de octubre, fecha del nacimiento de Picasso, es en sí misma todo un acontecimiento.

El Palacio Salé, exterior.

El Museo se abrió al público en 1985 en el Palacio Salé, construido en el siglo XVII, y ubicado en el barrio parisino del Marais. Su colección se formó principalmente gracias a dos daciones sucesivas al Estado francés de los herederos de Picasso en 1979, y después de los herederos de Jacqueline Picasso en 1990, a las que se irían uniendo otras daciones y adquisiciones de obras. A pesar de su carácter noble, los espacios del Palacio resultaban bastante problemáticos para desempeñar adecuadamente la función museística, sobre todo en lo que se refiere a la circulación de los visitantes.
Por ello, en 2009 se decidió cerrarlo al público y acometer una profunda intervención de renovación y ampliación. La intervención duró mucho más de lo inicialmente previsto, y el presupuesto final se ha "disparado" hasta los 52 millones de euros, 33 más de lo previsto. El resultado es magnífico: el desplazamiento fuera del Palacio de las áreas de servicios y de administración, así como la recuperación del patio de entrada y del hermoso y amplio jardín, dan un gran impulso al Museo.

Pablo Picasso: Autorretrato (finales 1901).
Óleo sobre lienzo, 81 x 60 cm.

La gran mejora de los espacios expositivos y de la circulación entre los mismos se advierte casi de inmediato al recorrer la muestra inaugural, a cargo de Anne Baldassari, anterior Presidenta del Museo, y que ocupa la totalidad de los espacios del interior del Palacio. En ella se presentan cerca de 400 obras de la colección, en un montaje limpio y ordenado, que da una visión excepcional del conjunto de la trayectoria artística de Picasso, de su inmensa fuerza creativa en los registros plásticos más diversos y plurales.

Pablo Picasso: El acróbata (18 de enero de 1930).
Óleo sobre lienzo, 162 x 130 cm.

Organizada con un criterio a la vez cronológico y temático, con "cruces" o intersecciones de obras de distintas épocas que confluyen desde un punto de vista formal, la exposición reúne pinturas, esculturas, dibujos y collages. Se articula en tres secciones: "Recorrido magistral Picasso", en los pisos bajo, 1 y 2; "Los talleres", en los sótanos; y "Los diálogos", en la zona más alta, los antiguos desvanes. En esta última sección se muestran obras de Edgar Degas, Cézanne, Renoir,  "el aduanero" Rousseau, Gauguin, Matisse, Derain, Braque, Modigliani, Miró o Balthus… que pertenecieron a Picasso, y que permiten así apreciar el grado de intenso conocimiento artístico que fluía en su mundo interior.    
El resultado es deslumbrante. Con obras de una calidad extraordinaria, muchas de ellas guardadas por Picasso a lo largo de su vida, la exposición hace posible reconstruir en su conjunto el itinerario creativo excepcional de un artista único, independiente, no sometido en ningún momento a "disciplinas" o tácticas de grupo. Picasso cambia una vez y otra, su obra es metamorfosis continua, dialoga con la tradición y con el futuro del arte, y en todos los casos alcanza las cotas más altas de plenitud artística. Su inmenso aliento creativo imprimió un curso radicalmente nuevo en el arte de nuestro tiempo.

Pablo Picasso: Mujer sentada en un sillón rojo (1932).
Óleo sobre lienzo, 130 x 97,5 cm.

Abierto de nuevo, recuperado para los públicos plurales que son los auténticos destinatarios del patrimonio artístico y cultural, ¿qué horizonte de futuro se abre para el Museo Picasso de París...? Considero ésta una cuestión importante, ya que en la actualidad la figura de Picasso ha alcanzado una posición indiscutible, equiparable a las de los más grandes maestros de la historia del arte. A diferencia de lo que pudo suceder en otras épocas, nadie discute hoy a Picasso. Y, sin embargo, si la aceptación es masiva, la incidencia de Picasso en las actitudes y objetivos artísticos últimos parece mucho más tenue o mitigada. ¿Es Picasso un artista de otro tiempo, un "maestro", una gran figura del pasado...? No es ésa mi opinión: la vitalidad multiforme, en todo momento consciente de la pluralidad expresiva y de la diversidad de registros y soportes, hacen de Picasso una referencia central para el futuro de las artes, y en un sentido muy abierto.

Pablo Picasso: Jacqueline con las manos cruzadas (3 de junio de 1954).
Óleo sobre lienzo, 116 x 88,5 cm. 

En relación a todo ello, la nueva etapa del Museo Picasso de París permite albergar las mejores expectativas. Laurent Le Bon, su nuevo Presidente, que ha dirigido en su última fase el proceso de reapertura, sitúa como objetivo principal de su mandato "desarrollar una nueva mirada sobre la obra de Picasso", una mirada que interrogue desde hoy, desde la sensibilidad actual lo que Picasso plantea y supone desde un punto de vista artístico. En ese sentido, Le Bon subraya que el futuro del Museo Picasso de París se jugará también fuera de su recinto, a través de préstamos de obras y colaboraciones con otros museos e instituciones artísticas. O con muestras ya previstas, como Picasso y el arte contemporáneo (en el Grand Palais de París, en otoño de 2015),  o para 2027-2018 Picasso y el primitivismo (en el Museo del Quai Branly) y sobre sus periodos azul y rosa (en el Museo d'Orsay).
Pero, además, a partir de septiembre de 2015, Le Bon tiene previsto que las obras de la colección se irán presentando de forma rotativa en torno a diferentes ejes temáticos. Subraya también, en conversación personal, que su propósito es evitar el "museo tumba", el gran riesgo de los museos monográficos, y su interés central hacer del Museo Picasso de París un lugar vivo, muy dinámico, renovando continuamente la presentación. A todo ello se une la creación en el mismo de un centro de investigaciones picassianas. En definitiva, aclara Le Bon, se trata no tanto de "glorificar" la figura estática de un artista, sino de construir una mirada abierta sobre su obra. De "entrar en su cerebro", en su proceso creativo. De restituir un Picasso activo, un Picasso vivo.


* Exposición inaugural, comisaria: Anne Baldassari; Museo Picasso, París, hasta la primavera de 2015.

PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.164, 6 de diciembre de 2014, pp. 18-19. 

jueves, 4 de diciembre de 2014

Niki de Saint Phalle y la condición femenina

Yo es otra

Una hermosa y sugestiva exposición permite apreciar en profundidad, en una visión de conjunto, el alcance de la obra de Niki de Saint Phalle (1930-2003), artista-mujer o mujer-artista, a la que probablemente no se le ha prestado hasta ahora la atención que merece. Nacida en Francia, pero criada en Estados Unidos: francesa y americana a la vez, autodidacta, única mujer entre los artistas del "Nuevo Realismo" en Francia, e igualmente en el contexto norteamericano de las "Combine Paintings" ["Pinturas de mezcla"], en los orígenes del Arte Pop, Niki de Saint Phalle tiene un perfil muy especial. El de una mujer entre hombres, una mujer llena de fuerza e intensidad, que en todo momento supo mantener una línea de trabajo específicamente femenina.

Per Olov Ultvedt , Robert Rauschenberg, Martial Raysse, Daniel Spoerri, Jean Tinguely y Niki de Saint Phalle, en 1962, instalando la pieza de esta última Dylaby [contracción de Laberinto Dinámico].

Con una adolescencia difícil, marcada por los abusos sexuales de su propio padre cuando tenía tan sólo once años, Niki de Saint Phalle tomó muy pronto consciencia de las limitaciones que el matrimonio y la familia tradicionales imponían a las mujeres. En 1949 comenzó a trabajar como modelo de moda: sus fotos aparecieron, por ejemplo, en la cubierta de Life, en Vogue, o en Harper's Bazaar. Apasionada por la lectura, poco a poco su búsqueda se fue abriendo hacia otros sentidos. La lectura, en 1952, del libro de Simone de Beauvoir El segundo sexo, y el encuentro en 1954 en Deià, Mallorca, con Robert Graves y la consiguiente lectura de su gran obra sobre "las diosas madres": La diosa blanca, serían jalones decisivos en su reivindicación de una femineidad emancipada. De una visión autónoma de la mujer, no reducible a las visiones patriarcales de la mujer como "madre", "esposa", o "musa".

La Promenade du dimanche [El paseo del domingo] (1971).
Poliéster pintado, 185 x 215 x 200 cm. Niki Charitable Art Foundation, Santée, California.

La exposición en el Grand Palais de París reúne, en dos pisos, 157 obras, muchas de ellas de gran formato, además de un importante conjunto de documentos, que permiten apreciar la extensión y variedad de los registros y procedimientos artísticos de Niki de Saint Phalle: pintura, ensamblaje, escultura, grabado, performance, cine experimental, diseño de fuentes, de parques para niños, de jardines esotéricos, de casas...

Tres "Nanas" en la exposición.

Entre sus piezas más conocidas están las "Nanas", figuras orondas de la femineidad, llenas de fuerza vital y expresiva, siempre en movimiento, que se encarnan en todo tipo de soportes. Sobre ellas, Niki dijo, en 1965: "Para mí, mis esculturas representan el mundo de la mujer amplificado, la locura de las grandezas de las mujeres, la mujer en el mundo de hoy, la mujer en el poder". Se trata, por tanto, de una actualización de la figura mítica de "la diosa madre". Algo que alcanzaría una expresión todavía más explícita en la instalación de gran formato Hon [Ella, en sueco], presentada en 1966 en el Moderna Museet de Estocolmo, y en la que el público debía "penetrar" en la vagina de una enorme figura escultórica femenina tendida, para descubrir en el interior un laberinto de juegos y un despliegue del arte hacia la diversión y el entretenimiento. 
Hon [Ella] (1966).
Instalación. Moderna Museet, Estocolmo.

De gran interés son también sus Tiros, cuyo inicio se sitúa a comienzos de 1961, performances en las que se  disparaba con una carabina sobre superficies en las que se insertaban bolsitas de pintura, que al abrirse por los impactos iban salpicando sobre la superficie, dando así lugar a formas pictóricas surgidas completamente por azar. Sobre ellas, retrospectivamente, Niki de Saint Phalle diría en 1992: "Tirando sobre mí, tiraba sobre la sociedad y sus injusticias. Tirando sobre mi propia violencia, tiraba sobre la violencia del tiempo".

Fotograma coloreado de la película Daddy [Papá] (1972).
Niki Charitable Art Foundation, Santée, California.

A lo largo de su trayectoria, Niki de Saint Phalle iría así construyendo una especie de espejo plástico, con un amplio y siempre intenso repertorio, con el objetivo de sacar a la luz la violencia oculta y silenciada de nuestro mundo: "la familia, la sociedad y la religión me sirven de presas", indicó en 1974 a propósito de su película experimental Daddy [Papá] (1972). Eso sí, en su obra se subraya siempre que esa violencia general se ejerce de un modo particularmente intenso sobre las mujeres. Al final de su vida, en la última entrevista que concedió en 2002, señalaba: "Vea mis Mariées [Esposas], quizás son bellas, pero también dolorosas. Testimonian la condición femenina. Pienso en el matrimonio de mi madre, de mis tías: era una felicidad, pero también un encierro. No había en ello emancipación posible en tanto que ser único, posibilidades de hacer otra cosa que ser una esposa sumisa".

La Mariée ou Eva Maria [La Esposa o Eva María] (1963). 
Alambre, escayola, encaje encolado y diversos juguetes pintados, 222 x 200 x 100 cm. Centre Pompidou, París.

En busca de sí misma, a través del juego y la interrogación abierta de la imagen que permite el arte, Niki de Saint Phalle nos da en sus obras un ejercicio de desdoblamiento, de contraste entre lo que podríamos o querríamos ser y lo que nos dejan ser. De un modo especial, en el caso de las mujeres. De ahí la necesidad de romper los límites, de ir más allá de toda condición impuesta: yo es otra.     



* Niki de Saint Phalle; comisarias: Camille Morineau y Lucia Pesapane; Grand Palais, París, del 17 de septiembre de 2014 al 2 de febrero de 2015.