domingo, 16 de marzo de 2014

8 cuestiones espacialmente extraordinarias, exposición en el edificio de la antigua Tabacalera, Madrid

De los residuos al reciclaje


Es un dato objetivo que en estos momentos los artistas españoles disponen de pocos espacios institucionales disponibles para poder mostrar sus trabajos. Por ello, considero como muy positivo el programa Promoción del Arte puesto en marcha por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte que, abriendo vías de diálogo con algunos museos estatales con colecciones patrimoniales de otro carácter, o utilizando espacios disfuncionales como el de la antigua Tabacalera de Madrid, permite a los artistas de hoy que sus obras lleguen a los públicos, algo absolutamente imprescindible para dar curso a los procesos artísticos.
8 cuestiones espacialmente extraordinarias reúne ocho intervenciones concebidas para un lugar específico: lo que los anglosajones llaman site-specific. Son las propuestas de ocho artistas, cinco hombres y tres mujeres, nacidos entre 1972 y 1980 en distintos lugares de España, excepto en un caso: Hisae Ikenaga, nacida en México. Artistas de nuestro tiempo, con lenguajes expresivos y sensibilidades de nuestro tiempo. Naturalmente, plurales. Pero en los que curiosamente se puede señalar un elemento común: todas las intervenciones se articulan lejos de la materialidad, la rotundidad o la solemnidad, buscando en cambio inscribirse en lo sutil, actuar de forma abierta en diálogo con los públicos. En una línea próxima, por tanto, a lo que Marcel Duchamp caracterizó como infraleve.
Lo que encontramos en los espacios de Tabacalera es un conjunto de instalaciones nada abstrusas ni pretenciosas que dialogan, a la vez, con el edificio y su historia, y con la mirada y la comprensión de los visitantes. La pluralidad expresiva, la mezcla de los más diversos géneros y soportes, salta a la vista de manera inmediata como un rasgo característico que atraviesa el arte de nuestro tiempo: ya no existen géneros "puros", como sucedía en la tradición clásica con el dibujo, la pintura y la escultura. En las ocho instalaciones todos esos soportes se integran en una mezcla expresiva con materiales tecnológicos en una articulación arquitectónica, espacial.

Jacobo Castellano: Señas y cotos.
[Todas las fotografías, Pedro Albornoz].

Con Señas y cotos, Jacobo Castellano bucea en la memoria: recrea la taquilla del cine que regentaba su abuelo con una especie de quiosco de tablas abiertas que encuentras al inicio de la muestra. Pero también fija la atención en fragmentos de zapatos, o en palillos que, muy lejos de su originaria utilización bucal, agigantan su escala convirtiéndose en una escultura constructivista de registros punzantes y abiertos. Es un trabajo de recolección, en el curso del tiempo, de imágenes y objetos cuya forma vuelve, ahora desnuda, gravitando sobre sí misma, ante nuestros ojos.

Jaime de la Jara: Sólidos.

En Sólidos, Jaime de la Jara despliega lo que yo llamaría una poética de la resistencia: un amontonamiento de sacos terreros en una esquina-trinchera, o una mesa y una silla, ambas de madera, situadas frente a frente a bastantes metros del suelo, sobre un soporte cubierto por un gran plástico azul, o también la imagen leve de un humo que fluye, en la pintura o en un vídeo.

Miren Doiz: Trampantojo.

Trampantojo, de Miren Doiz, recupera uno de los procedimientos característicos de la figuración ilusionista para jugar con los restos de pintura de las paredes del edificio abandonado. ¿Qué es lo que ella ha pintado? ¿Qué es lo que queda como resto fragmentario de otros tiempos, como huella de lo que fue...?

Nuria Fuster: Sopladores.

En un espacio de paso, en un largo pasillo, Nuria Fuster propone con Sopladores una imagen de flujo y dinamismo. Dos amplios lienzos de una especie de plástico transparente se cimbrean suavemente, movidos por ventiladores. No es la brisa de los espacios abiertos, naturales, sino el viento que viene del pasado y la imagen que se desdobla y torna borrosa.

Fernando García: Luis Candelas.

Luis Candelas, la intervención de Fernando García, se articula como un juego de luces y sombras, en el que las lámparas de araña se transforman en pantallas de reverberación, construidas artesanalmente con vidrios blancos, verdes y azules, formando entre sí un entramado luminoso que se proyecta en el suelo en una proyección de sombras que es, a la vez, réplica de la luz.

Hisae Ikenaga: En pedazos.

"Me parecía fundamental hablar del lugar, así que decidí interpretar sus restos", dice sobre su instalación En pedazos Hisae Ikenaga. Y lo hace amontonando piedras, montando archivadores desvencijados sobre fardos de papel, o llenando con maderas, trozos de papel y fragmentos diversos los estantes de una especie de armario empotrado. O también alineando cuidadosamente sobre la cubierta superior de dos pequeños ordenadores una serie de pequeños restos óseos, como si fueran fósiles. En todo caso, también aquí, huellas del tiempo.

Guillermo Mora: Una, otra y otra vez a la vez.

Con Una, otra y otra vez a la vez, Guillermo Mora utiliza los espacios existentes, marcos de puertas y accesos, para encajar en ellos superficies que se levantan flotantes a pocos centímetros del suelo. Lo que vemos son nubes de pintura, en las que los colores rosa y verde se levantan dinámicamente sobre sí mismos, una vez más en contraste con las sombras que ellas mismas producen y con las huellas y restos de otros tiempos.

Miguel Ángel Tornero: Algo de vida fotosensible.

Por último, Algo de vida fotosensible, de Miguel Ángel Tornero, es una especie de refugio urbano, en el que las placas fotográficas expuestas en escaparates o tiendas encuentran protección frente a la degradación producida por la luz. Es, también, una especie de invernadero en el que las imágenes, como las plantas, quedan a salvo, a cubierto.
Considero que las ocho propuestas son de una gran calidad e intensidad estética: para mí ésta es una de las exposiciones de arte actual mejor articuladas y de un mayor interés que he visto últimamente. Y quiero subrayar, para terminar, lo que considero fundamental: en todas las instalaciones hay un elemento común, la utilización de residuos que se utilizan en un proceso de reciclaje artístico.
Ese componente hace que veamos en ellas, como en un espejo, el estado de residuo: ruina y abandono, del edificio de Tabacalera. Recorriendo la exposición resulta inevitable tener la experiencia de estar ante una alegoría de la situación actual del arte y la cultura en España. Ese magnífico edificio destinado, desde el momento en que se concedió su uso al entonces Ministerio de Cultura, a convertirse en uno de los equipamientos artísticos más importantes de nuestra nación, en Centro Nacional de las Artes Visuales, y que hoy, en una situación residual, sólo cobra vida a través de estas intervenciones de reciclaje. Alegoría que expresa la sumamente dañina falta de continuidad que han tenido siempre y siguen teniendo los proyectos culturales en España, así como la situación de agresión fiscal, postergación y olvido que estamos viviendo en todos los ámbitos de la educación y la cultura. 


 * 8 cuestiones espacialmente extraordinarias, comisaria: Virginia Torrente; Tabacalera, Madrid, hasta el cuatro de mayo de 2014.

PUBLICADO, en una versión reducida,  EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.131, 15 de marzo de 2014, pp. 22-23.

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