domingo, 26 de mayo de 2013

Exposición de Cildo Meireles en Madrid


La idea es forma

 
Plasmar en la forma plástica: abierta, no figurativa, no ilusionista, la experiencia humana del mundo. La obra de Cildo Meireles (Rio de Janeiro, 1948), Premio Velázquez 2008, es una de las grandes cimas del arte de nuestro tiempo. Esa obra: incitante, sugestiva, dirigida a despertar a la vez la interrogación y el ensueño del espectador, llega ahora, en una muy completa exposición retrospectiva, al Palacio de Velázquez en Madrid, primera etapa de un itinerario en el que viajará después a Oporto y a Milán.
 
Cildo Meireles durante el montaje de la exposición.
Fotografía de Joaquín Cortés/Román Lores.
 
Se presentan en la muestra más de cien trabajos, en los que puede apreciarse la diversidad expresiva de registros y soportes con los que Meireles trabaja: instalaciones, dibujos, piezas sonoras, esculturas… La elección del Palacio de Velázquez ha sido un gran acierto, porque su amplitud espacial ha permitido un montaje muy limpio y bien estructurado, en el que las instalaciones de grandes dimensiones, cuidadosamente delimitadas, contrastan con el sesgo intimista de los dibujos y las pequeñas piezas objetuales.
Podemos así recorrer un arco de expresión extraordinariamente amplio. Los dibujos y esculturas constructivistas sobre los "Cantos" o "Espacios virtuales": ángulos encerrados en rincones abiertos sin embargo a nuestra mirada, o la serie "Arte Física", dibujos sobre papel milimetrado con intervenciones de carácter poético-conceptual e intención política, en ambos casos de fines de los años sesenta. Están también las "Inserciones en circuitos ideológicos" de inicios de los años setenta, en las que Meireles, por ejemplo, intervenía con inscripciones de carácter crítico en billetes de banco o en envases de Coca-Cola, que luego devolvía a los canales de circulación y consumo, y con los que alcanzó un primer e importante reconocimiento en el mundo del arte.
 
Amerikka (1991-2013).
Fotografía, Ángela Jiménez.
 
Bellísimas desde un punto de vista constructivo, formal, y plenas de intención poética y de crítica a la vez moral y política, las instalaciones, que en bastantes casos se pueden ver por vez primera en Europa, y en algunos, como "Pares Impares" (2012-2013), o "Esfera invisible" (2012-2013), son completamente nuevas. En "Amerikkka" (1991-2013) el espectador puede caminar sobre un suelo de 20.000 huevos, fabricados con madera pintada de blanco, sobre el que se alza un gran techo con 50.000 balas doradas incrustadas. "Marulho [El murmullo del mar]" (1991-1997) nos permite avanzar sobre un muelle de madera que se alza sobre un mar impreso, hojas azules con imágenes de las aguas, y todo ello acompañado de sonidos que mezclan de forma repetitiva la palabra mar y el sonido de las olas.
 
Marulho [El murmullo del mar] (1991-1997).
Fotografía, Ángela Jiménez.
 
 
"Pintura ≠ 1" (1999-2000), construida con un tubo de pvc pintado de amarillo sobre el que se sitúa un cable de acero plastificado y pintado de color morado, y en la que en un punto de encuentro: arriba y abajo, una línea de amarillo se desplaza al cable y una de morado sobre la superficie del tubo de pvc, nos permite apreciar el desplazamiento de la línea y el color sobre el plano, remitiendo así, pero en una dimensión espacial, tridimensional, a los fundamentos básicos de la expresión pictórica. "Abajur [Lámpara]" (1997-2010), que fue presentada en la Bienal de São Paulo en 2010 y puede verse ahora por primera vez en Europa, es una gran pantalla-foco, que se activa mediante una dinamo, y en la que se proyectan imágenes del mar y de grandes veleros. Pero la energía para su funcionamiento proviene de un generador "humano": cuatro personas a las que podemos ver en el plano inferior dando vueltas de manera permanente sobre un mismo eje. Es, así, todo un alegato en contra de la ocultación del trabajo que es lo que, sin embargo, hace posible el avance de la técnica y la mejora de las condiciones de vida.
 
Pintura ≠ 1 (1999-2000).
Fotografía, Ángela Jiménez.
 
He querido mencionar, como ejemplos, algunas de las piezas que forman parte de la exposición. No se la pierdan. Y eso sí: vayan dispuestos a dejar imprimir su sensibilidad por ecos y emociones de una gran intensidad física, sensual, que permanecen luego en el flujo de la memoria abriéndose a todo tipo de reverberaciones poéticas, estéticas. Los inicios de la trayectoria de Cildo Meireles, que se había iniciado en el dibujo, remiten a los planteamientos del arte Neoconcreto brasileño, y de un modo particular a las propuestas que dos de sus grandes nombres: Hélio Oiticica y Lygia Clark, presentaron en Rio de Janeiro en 1967 y 1968. Junto a ello, Meireles señala la importancia que tuvo para él la tradición conceptual en el arte contemporáneo, y de un modo especial la obra de Marcel Duchamp. Creo importante recordar también algo que me indicó personalmente en 2001, y que tiene que ver con un acontecimiento biográfico: "Para mí todo comenzó con Goya. Yo me inicié con el dibujo, y luego, incluso antes de empezar a dibujar sistemáticamente, en el 62, mi padre me regaló un  maravilloso álbum de Goya, que me trajo de Rio, que recogía las tres series de grabados más importantes: Los caprichos, Los desastres de la guerra y Los disparates."
En esa  misma ocasión, me decía también que el primer aspecto: "productivo, estimulante, comprensivo", que late para él en el compromiso de la tarea artística se sitúa "en la relación con el público", y concluía: "Uno produce un trabajo porque le gustaría poder verlo, como público." De este modo, la tarea artística se concibe como un diálogo, consigo mismo y con el público, a través de las obras, que están siempre abiertas a la inserción del espectador en ellas.
Creo que este conjunto de referencias traza un buen "mapa" de lo que constituye el universo plástico de Cildo Meireles, en el que la construcción estética, la buena forma, la intensidad plástica en definitiva, se entienden como condiciones indispensables, a las que el artista no puede en ningún caso renunciar, para dar libre curso a la expresión de la idea. No son pocos los equívocos y prejuicios que impiden ver y aceptar la vitalidad del arte de nuestro tiempo precisamente porque se ignora, o menosprecia, el carácter central de la construcción plástica. En Cildo Meireles la idea demanda la más alta intensidad en su expresión sensorial, ya que en el arte la idea se convierte en forma, actúa como representación sensible.

 
* Cildo Meireles, comisario João Fernandes; Palacio de Velázquez, Museo Nacional Reina Sofía, 23 de mayo – 29 de septiembre de 2013.
 
PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1094, 25 de mayo de 2013, pgs. 18-19.

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